Con orgullo fuentidueñero hemos celebrado las Fiestas de Alarilla 2022, año en el que se han reconocido como fiesta BIC -Bien de Interés Cultural-. La singularidad del evento bien merecía este nombramiento que se suma al que ya tenía de Fiesta de Interés Turístico desde 2001.
El gentío desbordó el sábado 10 de septiembre las orillas del Tajo y de todo el municipio a pesar de habilitar y marcar diferentes puntos para estacionar los vehículos. Competir con fiestas locales de municipios mayores de nuestra Comarca no fue excusa para faltar a la cita de la Embarcación por parte de cientos de amigos de pueblos vecinos. La intensa y blanca luna observó desde el inicio del embarque el momento hasta que el petardazo final de la estupenda pólvora lo cerró.
Acompañaron a nuestra Alarilla una comitiva del Hermano pueblo de Porcuna. Nuestros responsables municipales dejaron con ellos muestra del detalle colocando el Domingo Grande una placa en el jardín de “La Piedra” conmemorando los 25 años del hermanamiento que se cumplieron en 2020 y que no se pudieron celebrar.
La intensa Fiesta, siempre rica en detalles, sirvió de nuevo para encontrarse, hermanarse, bailar, disfrutar y revivir momentos después de un año “en negro” y otro a medio gas marcados por una indeseable pandemia.
Y a continuación, “cada mochuelo a su olivo”; punto y final. ¡Feliz Año!, dijeron algunos.
La euforia de esos días disfrazó la realidad de un “no pasa nada” inmersos en jolgorio y algarabía. Pero la vida seguía su curso y ya tocando realidad hemos sido conscientes de los horrores de la guerra de Ucrania que no cesa y de las consecuencias derivadas de ella. No hay nada lejos en este mundo globalizado.
Metidos en nuestros quehaceres diarios parece estar “todo colocado”. Solo lo parece. Y es que no se puede terminar el puzle porque nos faltan piezas; las movemos de un sitio para otro, pero faltan, faltan piezas.
La vida continua su ritmo; nos toca asumir con resignación la subida de la cesta de la compra, de la factura de la luz, del gasoil, la ausencia de médicos, los anuncios de huelgas, … Y los que mandan nos piden paciencia mientras se enfrascan en debates “de entretenimiento” con aquellos que quieren mandar.
El verano se alarga regalando días en un inapreciable otoño que, si no fuese por el color de las hojas de los árboles, estaría pasando desapercibido. Aunque sé que sería bueno, no sé si quiero que llegue el invierno.