Mayca Margon
Hay otra forma de volar, que se vale de la fantasía, del ruido y del color. Que nos sube a las alturas y nos deja suspendidos debajo de la oscuridad. Vuelos en vertical con los brazos y las manos extendidos intentando atrapar alguna chispa luminosa antes de que se deshaga ante nuestros ojos. Vuelo de comparsa final que anuncia otro principio. Repique de truenos con ritmo de fiesta. De, por ahora, la última fiesta.
Y después del vuelo retenemos en los poros de la piel cada sensación, cada recuerdo que nos obliga con a revivir las fiestas. La fiesta del pueblo. Se nos presenta aún con el ruido de los fuegos las risas en las caras, las palmadas y los abrazos, la libertad de camaradería que aún con las ultimas luces, nos embriaga.
Se nos hace imposible relajar la mente para que ayude al cuerpo a descansar. La traca final intensiva los sentidos haciendo menos penosa la marcha. Y mientras una cadena humana hace de muro contra el amanecer las risas nos unen en afectos, ilusiones y más esperanza. Porque llegará mañana, y siempre retendré muy pegadito a mi pecho y adherido a mi mente el amor a la fiesta de mi pueblo.