Nuevas sensaciones

Después de un largo y raro invierno llegó el esperado “mayo florido y hermoso”, que dice el dicho. La tierra bien regada durante toda la primavera ha hecho que este mes muestre lo que se le pide, pasto y fruto abundante.
El mes de marzo de 2025 batió el récord de lluvia mensual en Madrid superando los 170 mm acumulados y rompiendo el anterior récord de 140.7 mm registrado en marzo de 2018. La AEMET confirmaba este dato y demostraba que ha sido el tercero más lluvioso desde 1961 que se recogen datos. Además, parece confirmar una tendencia hacia marzos más húmedos en España. Sin embargo, ha sido uno de los más fríos contrastando con enero, febrero y abril que han sido de los más calurosos.
La siega prometía, aunque amenazada por alguna de esas tormentas que se preparan en el momento. La vega y el secano es muy grande y en algunas parcelas el daño ha sido visible.
Salieron San Isidro y San Antonio para bendecir los campos y se celebraron con relativa tranquilidad, con el trabajo hecho y a la espera. La de Alarilla hizo lo propio, ella desde la su Ermita.
A tenor de lo visto, ha dado resultado. En este tiempo de recolección el campo es un hervidero de trabajadores incansables que recogen fruto abundante. Cebollas, patatas, grano, … actividad incesante y a destajo que pone en valor las horas echadas sin miramiento en el tajo desde la siembra.
Han cambiado algunos protagonistas y parte del paisaje, pero siempre ha sido así.
Antaño melón, cereal, alfalfa, maíz, … Era una fiesta en cuadrillas cuando se marchaba al tajo a recoger mies y se amontonaban los haces y el grano en las eras; cuando Mariano “El Sordo”, Pedro “Periquín”, Telesforo o cualquier otro sacaba la primera pieza del melonar y se preparaban para hacer los montones en la Vega; cuando Boni golpeaba el filo de la guadaña con el martillo preparándola para dar el primer corte dejando el maraño sobre el tendido, …. Cuando unos y otros acarreaban los frutos del huerto. Y ya en septiembre, cuando el remolque se cargaba de vendimiadores.
Fuentidueña “se ponía en pie” agitada por el bullicio de sus gentes con hambre de cosecha.
El sonido del bullicio es ahora distinto.
Sí, han cambiado los protagonistas y también el paisaje.
Con ellos han cambiado también las sensaciones.
Cuando llega este momento del año no puedo resistir la tentación de homenajear a todos los que se han dedicado o se dedican al campo en este nuestro Fuentidueña