La Asociación Cultural FuentHistoriA lanzaba a primeros de junio el concurso “Mi cueva Bonita 2025” para elegir la vivienda-cueva de Fuentidueña merecedora del premio. El 28 de agosto una delegación de la Asociación entregó la placa a la familia que posee la cueva mejor valorada de este año.
Todos aquellos que conocen el municipio saben bien de la cantidad de estas típicas y singulares construcciones que se encuentran diseminadas por todo el municipio, pero que se concentran más en barrios como Nuevo, Sepulcro, Perchel y calles como Bajada al Río, Avd. de la Paz, entre otras. Las más antiguas son las que se sitúan en la ladera del Castillo. No siendo fácil poder precisar desde cuándo datan las primeras, ateniéndonos a los datos históricos podemos afirmar que alguna de ellas pudiera llegar a tener más de 700 años de antigüedad.
Fonticulam, el pequeño núcleo urbano que se encontraron los romanos hace 1500 años, estaba conformado en torno al cerro que albergará desde 1230 el Castillo Santiaguista del que se conservan bien visibles los restos. Desde entonces se conoció al lugar como Fonte Donya, nombre que más tarde derivaría en Fuentidueña.
Aunque las chozas o cabañas de aquel núcleo urbano se situaba bajo el cerro, estas vivienda-cueva no tardaron en aparecer precisamente en su ladera. Siempre han sido más hogar que otra cosa, pero a lo largo de la historia han servido también como escondite o refugio en tiempos difíciles.
Es precisamente en el Barrio del Castillo donde se encuentra la vivienda-cueva que los Gómez Ledesma, un joven matrimonio con dos hijos, compraron en 2016 y donde han vivido al menos cinco generaciones. Su singular ubicación, casi a pie de calle, hace suponer que fue una de las primeras en horadarse en la falda de este cerro tan emblemático del municipio. La espectacular conservación y el gusto por mantener los elementos fuentidueñeros característicos de este tipo de viviendas le ha hecho merecedora del Premio Mi Cueva Bonita 2025.
Enhorabuena familia.
Luis M. González. Asc. FuentHistoriA