Por P.O para la web de Telemadrid
Todo el mundo sabe que la principal lonja de pescado de España está en Madrid, lejos de la costa. De hecho la de Mercamadrid es la segunda del mundo solo por detrás de la de Tokio.
Muchos conocen también que las operaciones de seguridad, búsqueda y rescate en aguas españolas y auxilio a embarcaciones nacionales en cualquier parte del mundo las coordina Salvamento Marítimo, desde un edificio situado frente a la Casa de Campo de Madrid.
Otros más, incluso, habrán disfrutado de alguna de las batallas navales de Vallecas. Y qué decir de aquellos y aquellas que residen en calles de resonancias marineras como Áncora o el mar de Omán o el Caspio. Hasta tenemos una estación de metro que nos hace pensar en el litoral cartagenero: Mar de Cristal.
Encontramos anclas y homenajes a la gente de la mar en varias partes. El ancla del lago de la Casa de Campo, que perteneció a la fragata ‘Numancia’, y que la Liga Naval Española decidió instalar en 1979 como reconocimiento tierra adentro a la Villa de Madrid.
Otro gesto idéntico se repitió en 1982. Esta vez cerca de otro lago, el de El Retiro. De nuevo la Liga Naval Española promovió la colocación de un ancla. En esta ocasión la que llevó, cuentan, la fragata ‘Villa de Madrid’.
Más anclas. Éstas, en El Pardo. Son una donación dedicada a la Armada Española y a la Guardia Real por parte de una asociación de este barrio. Son dos elementos cruzados y ubicados, como no, en el Parque de la Mar Océana.
Hay más anclas en la capital, la de la Calle Arturo Soria homenaje a los huérfanos de la Armada Española o la de la Ciudad de los Periodistas en el Barrio del Pilar, una donación tras la construcción de estas torres. También en el Colegio Público Méndez Núñez hay dos áncoras cruzadas.
Quién no conoce o hasta ha visitado el magnífico Museo Naval de Madrid. Uno de los mejores del mundo por el contenido, la calidad de sus colecciones y la enorme información que atesora.
Lo que tal vez no sepan todos es que el Archivo Histórico de la Armada abre una nueva sede. Y lo hace en Madrid. En un edificio del barrio de Campamento y edificado sobre láminas de agua que evoca la mar.
A la entrada del recinto otra enorme ancla deja clara la naturaleza marinera. Es el áncora de estribor del portaaviones ‘Príncipe de Asturias’. Unos párrafos más abajo volveremos sobre este buque insignia.
Por tener, Madrid tiene hasta una parte de la escollera del Puerto de Bilbao. Unos enormes cubos de hormigón con las formidables pinzas que se usan para su colocación como defensa de los muelles, dársenas y pantalanes. Están frente al Palacio de Cristal de El Retiro.
Fue el artista Agustín Ibarrola el que decidió traer esas estructuras del puerto bilbaíno a la capital aunque la idea le surgió en Llanes y fue esta localidad la que finalmente apoyó la iniciativa de Ibarrola llamada Cubos de la Memoria.
Pero si hay algún sitio en que la mar, la Armada y los efectos navales están presentes, esa es la pequeña localidad de Brea del Tajo. La localidad tiene una de las hélices que perteneció al buque insignia, el portaaviones ‘Príncipe de Asturias’.
Y también en Brea de Tajo hay un ancla de grandes proporciones, una tipo danforth, perteneciente a una corbeta de la clase ‘Descubierta’.
Y es que el Tajo tiene una vocación muy marinera. No en vano, en Fuentidueña de Tajo, todos los años se celebra la ‘Embarcación de la Virgen de la Alarilla’, procesión fluvial en la que la imagen desciende por el río montada sobre una estructura flotante seguida por antorchas llevadas por nadadores. Otros siguen el cortejo en pequeñas embarcaciones o también a nado.
¿Hubo un submarino en el Lago de la Casa de Campo?. la respuesta es sí. ¿Y hubo un velero atracado en el Río Manzanares, en el Puente de Segovia?. La respuesta es también afirmativa.
En 1932 un obrero ferroviario llamado Adrián Álvarez Ruiz se sumergió en el Lago de la Casa de Campo con un submarino que él mismo había fabricado. En la segunda inmersión que realizó batió la marca que se había fijado al permanecer más de 5 horas bajo el agua.
Para saber que seguía vivo y que la máquina purificaba correctamente el aire mandaba cada cierto tiempo mensajes dentro de esferas que flotaban y que eran recogidas por sus colaboradores.
Cuentan que varias empresas extranjeras se interesaron por el sistema de purificación de aire creado por Álvarez y que hasta los nazis alemanes trataron de que trabajara para ellos. Pero a nadie fuera de España quiso ceder su tecnología.
Y sobre el velero ‘Quijote’ atracado en el Puente de Segovia, cuentan las crónicas de 1985 que fue botado y allí permaneció durante las Navidades y Reyes de 1986. Esta embarcación de 13 metros y un solo palo sirvió para que en aquel entonces se declarara al Río Manzanares un río navegable.
Desconocían los impulsores de esta iniciativa que el Manzanares ya había sido un río navegable en tiempos remotos como veremos a continuación.
EL PUERTO DE MADRID
En esta relación de hechos curiosidades del Madrid más ‘marinero’ no podía faltar la referencia a los canales que trataron de unir la capital con el océano. El Canal del Manzanares y el del Guadarrama fueron los intentos fallidos de unir las aguas de ambos ríos con las del Tajo hasta Lisboa y con las del Guadalquivir hasta Sevilla.
El del Guadarrama fracasó al derrumbarse la Presa del Gasco cuya ruina es aún visitable en mitad del encinar que une Las Rozas con Torrelodones.
El Real Canal del Manzanares sí que llegó a funcionar y llegó hasta el Tajo, a través del Jarama. Pero ahí se quedó, en Aranjuez. Durante el tiempo que este canal funcionó fue una vía de transporte de mercancías y tropas entre la capital y el Real Sitio.
Aún es visible el trazado en el Parque Lineal del Manzanares y algunos restos de puentes o de estructuras de las 10 esclusas. Queda en pie una de las casas en las que vivían quienes abrían y cerraban las compuertas o cambiaban el tiro de los animales para avanzar aguas arriba.
Así que Madrid sí tuvo un puerto. El Puerto Fluvial de la Arganzuela que en tiempos de Fernando VII vivió su esplendor, con una importante actividad.
Y dejamos para el final lo mejor. Madrid no tiene playa, o eso dicen, pero sí que tiene mar. Es el Mar de Ontígola en la Reserva Natural del Regajal. Un embalse que estuvo abasteciendo de agua a Aranjuez desde el siglo XVI hasta el siglo pasado.
Ahora este mar es una de los mejores refugios de aves y mariposas del centro peninsular. Está protegido por la Comunidad de Madrid.
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