El Ayuntamiento de Madrid ha finalizado la rehabilitación de los dos molinos americanos del primer cuarto del siglo XX que dan nombre a uno de los parques históricos más populares de la ciudad, la Quinta de los Molinos. Este proceso ha servido para solucionar las patologías que presentaban en la madera y el metal y que comprometían su integridad estructural. El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, acompañado del concejal delegado de Limpieza y Zonas Verdes, José Antonio Martínez Páramo, y de la concejala de San Blas-Canillejas, Almudena Maíllo, ha comprobado esta mañana el resultado de la rehabilitación de estos elementos simbólicos y ha anunciado la organización de una gran exposición sobre la Quinta de los Molinos en 2026, coincidiendo con su primer centenario.
Los elementos restaurados son dos molinos de viento fino de la marca Aermotor, fabricados originalmente en Chicago (Estados Unidos). Después de su adquisición y traslado a Madrid, se instalaron en la Quinta de los Molinos. El situado en la rosaleda tiene 14 metros de altura, 500 kg de peso (la suma de las aspas, el motor y la cola, sin tener en cuenta la torre) y el diámetro de su circunferencia es de 3,80 metros. Mientras que el ubicado junto a la Casa del Reloj suma aproximadamente 12 metros, pesa 200 kg y tiene una circunferencia de 2,40 metros.
Ambos molinos están construidos mediante una torre de estructura piramidal metálica y pintada de rojo y tienen en su vértice superior el rotor, constituido por 18 aspas plateadas y una veleta con forma de cola de pez. En el caso del molino de la Casa del Reloj, su pozo se encuentra a la vista, mientras que el de la rosaleda está oculto y envuelto por una pequeña construcción de fábrica de ladrillo. Estos pozos son la base sobre la que se sustentan las torres. Se estima que el modelo de la Casa del Reloj es previo al de la rosaleda.
Los trabajos de recuperación se iniciaron después de que durante la evaluación realizada el pasado mes de mayo se detectara un cierto deterioro en la pieza de metal, con signos de corrosión, y descomposición en la base de madera provocada por el paso del tiempo y la exposición de este elemento a la intemperie. En ambos casos, se procedió al desmontaje de las cabezas de los molinos. Las aspas, la cola de pez y el motor fueron desensamblados para su análisis y posterior restauración.