No hay dos sin tres

Y todo se junta, y todo pasa por algo y no hay mal que por bien no venga. Que más que refranes son verdades como puños y más grande que una casa. Sabiduría popular, saber hacer y saber estar, cualidades que si no están perdidas están desvirtuadas y en principio de desfase.
Será por esto que en época pasada pero relativamente reciente las personas entendíanse con sólo mirarse, sin necesitar medias palabras ni mucho menos explicación adjunta. Yo te miro y tú me entiendes y si no a otra cosa. Tú me miras y yo te entiendo y si no le doy la vuelta hasta hacerlo. Simple y certero.
Señoras, señores, la comunicación ha cambiado. El refrán ya no tiene la misma utilidad, se podría calificar de “vintage”. Del que antes se hizo un uso adecuado e incluso conveniente, y ahora es un mero adorno de perchero: cuelgo los refranes con todo su saber popular y hasta filosófico como dejo el abrigo y la bufanda del abuelo, que por si acaso, no lo voy a tirar, que es de muy buena lana y buen paño.
Se ha debilitado la comunicación gestual, y se está empoderado la oral, a mi modo de ver en detrimento de la comunicación psicóloga, esa de con pocas palabras basta. Necesitamos cada vez más vocabulario para expresarnos. La prueba es que no nos basta ya con nuestro saludable e inmenso castellano, en términos verbales como de significados por lo extenso en palabras, que hemos recurrido al idioma inglés. Porque parece que así se nos entiende antes, que no mejor. “Válgame un deber”, como decía aquél. Y ahora que me lo expliquen. Yo por prevenir me he tatuado en el brazo con letra gótica TODO PASA POR ALGO.