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El centro de educación para personas adultas (CEPA) de la prisión de Estremera ha sido rebautizado como Ana de Mendoza, la princesa de Éboli

Ana de Mendoza, conocida históricamente como la princesa de Éboli, ha dejado una huella indeleble en la . Su encarcelamiento por orden de Felipe II en 1579 la convirtió en una figura emblemática. Casi cinco siglos después, su nombre vuelve a tomar relevancia, esta vez para dar nombre al Centro de Educación para Personas Adultas (CEPA) de la prisión de .

En este centro penitenciario, un total de 270 presos están dedicados a sus estudios, con la esperanza de que la educación les abra las puertas a una vida mejor una vez que abandonen las rejas de la prisión. Para muchos de ellos, la educación se ha convertido en una oportunidad invaluable. Como lo expresó Santiago, uno de los internos, “Algunos nacen con oportunidades y sin talento, y otros nacemos con talento pero sin oportunidades. Esto es una ventana al aprendizaje”.

Santiago, de origen colombiano, se levanta cada mañana con entusiasmo, ansioso por asistir a clases. Su determinación y pasión se reflejan en sus palabras. Comenzó su educación en el CEPA en 2019, y aunque al principio le costó un poco, ha ido mejorando constantemente. Su objetivo es demostrar que está capacitado para reintegrarse en la sociedad y hacer una contribución positiva.

El entusiasmo de Santiago se comparte con otros internos, como Marta, secretaria del centro y profesora. Ella da clases a alumnos de aislamiento y de la unidad terapéutica en materias como Lengua, Matemáticas, Ciencias Naturales y Sociales. Para Marta, su trabajo es totalmente vocacional y encuentra gran satisfacción en ayudar a los presos a obtener una educación que les beneficiará en el futuro.

El Centro de Educación para Personas Adultas en la prisión de Estremera cuenta actualmente con cerca de 300 alumnos y una lista de espera de unos 165 adicionales. Ofrece clases para personas de todos los niveles, desde aquellos que no saben leer ni escribir hasta aquellos que buscan obtener su graduado escolar. Aunque la educación en prisión es voluntaria, el equipo docente se esfuerza por transmitir a los presos el valor de la y cómo puede marcar la diferencia en sus vidas.

Este esfuerzo no se limita a Estremera. En toda la , más de 1,850 internos de distintos centros penitenciarios recurren a la educación en busca de una segunda oportunidad una vez que cumplan sus condenas. La educación se convierte en una herramienta esencial para su rehabilitación y su futura reinserción en la sociedad.

El consejero de Educación, Ciencia y Universidades, Emilio Viciana, visitó la prisión de Estremera para conocer de cerca el trabajo del centro educativo. Felicitó a los alumnos por su dedicación y determinación para formarse y buscar una segunda oportunidad a través de la educación. Aunque la gestión de los centros penitenciarios es responsabilidad de la Administración General del Estado en toda , los centros educativos dentro de las prisiones son gestionados por cada comunidad autónoma.

En total, en las cerca de 80 instalaciones bajo el control de Instituciones Penitenciarias, hay 12,584 alumnos matriculados. Los Centros de Educación para Personas Adultas (CEPA) en las prisiones de la Comunidad de , como el de Estremera, son solo una parte de la oferta educativa en el sistema penitenciario, que también incluye aulas UNED para estudios universitarios a distancia y otros programas de formación.

Estos CEPA en las prisiones madrileñas forman parte de una red más amplia de 70 centros en toda la región, donde este académico hay matriculados más de 35,600 estudiantes mayores de 18 años que buscan iniciar, mejorar o completar sus estudios. Ofrecen una variedad de programas educativos, incluyendo la obtención del título de Educación Secundaria Obligatoria, técnico-profesionales y como idiomas e informática.

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