Fuentidueña de Tajo ha vuelto a llenarse de versos, plegarias y melodías en la tradicional celebración de los Mayos a la Virgen de Alarilla, una costumbre que, generación tras generación, mantiene viva la devoción del pueblo hacia su patrona. La noche del primero de mayo, como dicta la tradición, se convierte en un momento especial de encuentro de nuevo con la Virgen antes de su salida en Romería.
El Grupo de Mayos, compuesto por una veintena de voces más varias guitarras y bandurria, ha entonado un año más el canto de los Mayos a la Virgen. La talla de verde y oro ha presidido la celebración colocada en lo alto del Altar Mayor.
La letra de los Mayos, cargada de simbolismo, transmite no solo el cariño a la Virgen, sino también una relación con la agricultura. “Por tantos favores que ya experimentan los hermosos campos poblados de hierba”, recitan los versos, en un claro homenaje a la fertilidad de la tierra y al inicio de la temporada agrícola. La canción suplica protección divina contra tormentas y calamidades, y ruega por un año de cosechas abundantes: “Virgen de Alarilla, también te pedimos que sea buen año de cebada y trigo”.
En estos cánticos, la Virgen es alabada como “Soberana Reina” y “Madre bondadosa”, mientras que San José es honrado como “patriarca ilustre” y “el tesorero de la mejor joya que hay en tierra y cielo”. Ambos representan para el pueblo el símbolo de la protección familiar y celestial.
Con el verso final, que cierra los mayos antes de las jotas, los vecinos se despiden hasta el año siguiente con la esperanza de volver a reunirse en torno a la Virgen. “Quédate con Dios, madre bondadosa, que yo me despido cantando la jota”.
Despues la Plaza de la Constitución ha sido escenario de los Mayos del Pueblo y sus correspondientes jotas.
