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Más allá de lo anglosajón: las raíces ibéricas de Halloween que han pervivido en Fuentidueña desde hace décadas

celebra esta noche Halloween, una tradición anglosajona que cada año cobra más protagonismo en nuestras calles, con niños disfrazados recorriendo el pueblo en busca de golosinas y diversión. Sin embargo, esta festividad importada oculta, en su esencia, una historia que no nos es ajena: Halloween tiene raíces que también resuenan en nuestra tierra, vinculándose con antiguas celebraciones ibéricas y celtas que compartían muchas de las creencias y prácticas de esta noche mágica.

El origen de Halloween se remonta a Samhain, una celebración celta que tenía lugar en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, marcando el fin de la cosecha y el inicio del año nuevo celta. Durante esta noche, los celtas creían que el mundo de los vivos y el de los espíritus se entrelazaban, y para protegerse de las almas errantes, encendían hogueras y colocaban faroles en sus caminos. Esta tradición encontró su camino hacia la Península Ibérica, donde las influencias celtas en el noroeste y en otras zonas, como Castilla y León, arraigaron en las costumbres de nuestros antepasados.

En España, especialmente en Galicia y Asturias, las referencias a espíritus y meigas (brujas) abundan en las leyendas populares, manteniendo viva la conexión con el Samhain celta. En la vieja Castilla, lugares como Fuentidueña de Tajo, , Canencia o Loeches participaban en celebraciones similares a lo que hoy conocemos como Halloween. Las calabazas, decoradas con velas, eran el centro de atención en esta fecha, colocadas en las entradas de las casas para invocar la protección de los espíritus.

En otros rincones de España, se mantenían tradiciones parecidas: linternas hechas con calabacines, ollas y botijos iluminaban el camino hacia los cementerios, y la «Ritual de las Ánimas» en Soria congregaba a las personas, quienes cantaban con velas protegidas en botellas o calabazas perforadas, terminando la noche en torno a una gran hoguera, un ritual capturado en la literatura por Gustavo Adolfo Bécquer en su icónica obra «El monte de las ánimas».

Halloween, como vemos, no es tan ajeno a Fuentidueña de Tajo y otros pueblos de nuestra región. Es una ventana a nuestras propias tradiciones, una oportunidad para recordar que antes de la globalización y del auge del consumismo, esta fecha tenía ya su propia resonancia en nuestras tierras. ¿Por qué no aprovechar Halloween no solo para disfrutar de lo importado, sino también para reconectar con nuestras propias raíces y recordar aquellas antiguas celebraciones que, al igual que hoy, buscaban celebrar la vida, honrar a los muertos y protegerse de lo desconocido?

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