Asomado a mi ventana
pedí permiso a la luna
para pasear bajo su luz
de la mano de mi amada.
Contemplando su mirada
de bella estrella fugaz
pues jamás hubo mujer
a quien tanto se pudiera amar
ni rosa tan perfumada.
Buscaremos horizontes
donde terminen los montes
y empiece el mar.
Construiremos un palacio
sobre la blanca arena
donde yo sea tu esclavo,
tú mi señora y reina.
Que si medirse mi amor pudiera
medida tan grande no existiera,
sin principio ni final.
Pues como yo te amo
nadie jamás te amará.