En la historia del siglo XIX español, marcada por revoluciones, cambios políticos y la lucha por la libertad de expresión, Inocente Ortiz Casado (1823-1897) fue un protagonista incansable. Nacido en Estremera (Madrid), hijo de un farmacéutico liberal, su vida estuvo marcada por el compromiso con el progresismo, el periodismo y la política.
Desde muy joven, Ortiz Casado mostró su espíritu combativo. A los 16 años se alistó en la Milicia Nacional para luchar contra los carlistas. En 1848, con apenas 25 años, participó en la insurrección liberal del 26 de marzo, defendiendo las barricadas de la Plaza de la Cebada en Madrid. Perseguido, tuvo que huir y refugiarse en Estremera.
Pero su espíritu revolucionario no se apagó. En 1854, luchó en las calles durante la Revolución que permitió el regreso de Espartero al poder. Posteriormente, combatió en las barricadas contra el golpe de Estado de O’Donnell en 1856, que cerró las Cortes Constituyentes.
Ortiz Casado no solo luchó con las armas, sino también con la pluma. Se convirtió en una figura clave del Partido Progresista y en editor responsable del diario La Iberia, un periódico que enfrentó múltiples ataques por su postura crítica hacia el gobierno.
Su labor periodística no estuvo exenta de riesgos:
- Fue multado y encarcelado en varias ocasiones por las leyes represivas de prensa.
- En 1864, enfrentó dos Consejos de Guerra, aunque salió absuelto.
- En 1865, tras ocho meses de persecución, una amnistía para delitos de imprenta le permitió recuperar la libertad.
- Ese mismo año, un artículo titulado «Memorias de una reina» le costó una condena de 11 años de prisión y una multa de 500 duros.
A lo largo de su carrera, acumuló sentencias que sumaban más de 70 años de presidio, lo que le obligó a esconderse y, en ocasiones, a huir al extranjero.
Un político comprometido con el progreso
Su activismo no se limitó al periodismo. Fue diputado provincial de Madrid durante seis años y participó en la preparación de varias insurrecciones progresistas. En 1866, apoyó el pronunciamiento del general Prim en Villarejo de Salvanés, lo que le llevó al exilio en Portugal y Francia. Desde allí, siguió organizando movimientos revolucionarios.
Cuando en 1868 triunfó la Revolución Gloriosa, que derrocó a Isabel II, Ortiz Casado regresó a España. Fue elegido miembro de la Junta Suprema Revolucionaria de Madrid y asumió el cargo de tesorero central en la Dirección General del Tesoro.
Además, en 1869 fue elegido diputado por Alcalá de Henares, consolidando su trayectoria política dentro del Partido Liberal de Sagasta.
Su carrera continuó en el ámbito público, ocupando diversos cargos administrativos en el Ministerio de Hacienda y en la administración ferroviaria. En 1871, recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica por su trayectoria y aportaciones al Estado.
Hasta sus últimos días, Ortiz Casado siguió defendiendo los ideales de libertad y progreso, tanto en la política como en el periodismo. Falleció en Madrid el 17 de diciembre de 1897, dejando tras de sí una vida de lucha por la democracia y la justicia.