El 20 de octubre de 2024, el Papa Francisco elevará a los altares al sacerdote Manuel Ruiz y compañeros mártires de Damasco, entre los que se encuentra el beato Nicanor Ascanio, nacido en el municipio madrileño de Villarejo de Salvanés.
Nicanor Gabriel Ascanio Soria nació en este municipio madrileño en 1814 y siendo un adolescente tomó el hábito franciscano en el convento de la Salceda (Tendilla, Guadalajara). La desamortización de Mendizábal en 1835 motivó que regresase a su villa natal y fue ordenado sacerdote incardinado en la archidiócesis de Toledo.
«Él ejerció su ministerio como sacerdote aquí en Villarejo y en los pueblos vecinos. Cuando quedó una vacante de los capellanes del convento de la Virgen de la Victoria, en Villarejo, le dieron el cargo de rector del convento. También fue administrador parroquial en Valdaracete y en pueblos de alrededor como Tielmes y Perales», afirma el sacerdote José Luis Loriente Pardillo, actual párroco de la iglesia de San Andrés Apóstol, en Villarejo de Salvanés.
Ascanio tomó la decisión de viajar a Tierra Santa. Loriente explica que el actual beato y próximo santo «está muy en contacto con la Madre Patrocinio, quien le dijo que ‘si vas a Tierra Santa morirás mártir’ y esto se cumplió». En 1859 embarcó en Valencia y «fue enviado a Damasco con el padre Carmelo Volta a aprender árabe. Hay un momento de inestabilidad política muy cerca de Damasco, en el Líbano, y los drusos se levantan y tienen una lucha contra los maronitas. Eso se traslada a Siria y la mayoría de congregaciones religiosas fueron protegidas en la ciudadela de la ciudad por el alcalde. Sin embargo, los franciscanos que vivían en el barrio de Bab Tuma, el barrio cristiano donde estuvo San Pablo, donde recibió el bautismo, no quisieron refugiarse en la ciudadela por estar con su gente, con los habitantes de la parroquia, y porque pedir la ayuda de los turcos significaba de alguna manera señalarse como apoyando a ese statu quo. Los drusos entran en el barrio, los franciscanos se confiesan con el padre Manuel Ruiz, les da la Comunión y se produce la matanza», afirma Loriente.
Familiares del beato, fieles de la parroquia y el obispo de Alcalá estarán presentes en la canonización
Desde la parroquia de Villarejo de Salvanés viajarán a Roma para la canonización unas 30 personas y se sumarán otras tantas de la ciudad de Alcalá junto a Mons. Antonio Prieto Lucena, obispo complutense. Además estará presente un nutrido grupo de allegados del beato Nicanor y familiares que son propietarios de la casa donde nació el nuevo santo.
El párroco de Villarejo de Salvanés indica que actualmente «se conserva prácticamente tal cual la casa donde él nació, en la calle Mayor. Esa casa tiene una placa que se puso cuando se beatificó a este grupo de mártires, entre ellos al beato Nicanor, en el año 1926, y se hizo aquí una gran fiesta. Y recientemente, hace unos años, hemos recibido una reliquia de los mártires de Damasco por medio de la Custodia de Tierra Santa y del padre Fray Aquilino Marcos».
Esta reliquia se venera en la parroquia de Villarejo. José Luis Loriente, su párroco, añade que «la intercesión del beato es importante. Vivimos tiempos en la Iglesia en los que lo principal debe ser el testimonio. Y gente que ha llegado a dar la vida por Jesucristo nos da a nosotros el testimonio más grande: nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos; y el que da la vida por Cristo, su amigo, pues comparte con Él la gloria».
Con motivo de la proclamación de este nuevo santo, el sábado 26 de octubre habrá en Villarejo de Salvanés una procesión extraordinaria, actuaciones musicales y bailes en la calle y una Eucaristía en la parroquia. Y el domingo 3 de noviembre, el obispo de Alcalá, Mons. Prieto Lucena, celebrará una Misa de acción de gracias
Comments are closed.