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El Gran Capitán vive en Fuentidueña de Tajo

José Carlos Maldonado V.

Es más que evidente que este gran genio militar y diplomático, nacido en el siglo XV, no puede estar vivo en cuerpo y alma en el día de hoy, pero su sangre y su genética, sí. Y están en . De forma que la mayor parte de los fuentidueñeros conocen a ese portador de la genética y sangre del Gran Capitán. Se trata del director de la clínica odontológica del pueblo, implantólogo y cirujano maxilofacial.
No todas las poblaciones pequeñas de , ni muchas grandes, pueden presumir de contar con estas complejas especialidades médicas en su territorio, que requieren diez años de estudio; sin embargo, , sí puede, pero no lo hace. Así que, llegado a este punto, y aprovechando que el río Tajo pasa por Fuentidueña lleno de lucios y carpas, efectuaré una exégesis del ancestro de nuestro brillante doctor en odontología.
Fue el montillano Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, de idéntico nombre que el doctor, uno de los más grandes genios militares y diplomáticos del mundo de todas las épocas. Estuvo al servicio de los Reyes Católicos, y realizó grandes innovaciones tácticas y técnicas, creando un cuerpo militar muy ágil, capaz de vencer a todos los ejércitos de su , y sembrando con ello la semilla de la que, más tarde, habría de ser la mejor infantería del mundo de todas los tiempos: Los Tercios Españoles -150 años invictos.
Conquistó nuestro glorioso adalid el Reino de Granada (1492) y el Reino de Nápoles (1503), recibió el apodo de Gran Capitán, y gobernó como virrey, tras vencer a los franceses en Ceriñola y Garellano, reconociendo estos su estilo cortés de hacer la guerra que antes había hecho a los turcos. Era tal su prestigio que, en un banquete dado por el rey francés, Luis XII, éste dijo a Fernando el Católico: “Mande vuestra Señoría al Gran Capitán que se siente aquí; que quien a reyes vence con reyes merece sentarse y él es tan honrado como cualquier rey”.
Nuestro prohombre cordobés fue también muy carismático, hasta el punto de que, según se cuenta, el rey Fernando temió que le arrebatara dos cosas por él muy queridas: el Reino de Nápoles, y a la propia reina Isabel. Sin embargo, ninguna voluntad podría hallarse más lejos de la traición, que las íntegras y nobles personalidades de ambos, la reina y su paladín.
Murió nuestro héroe en Loja, en 1515, y ha yacido para la en el Real Monasterio de San Jerónimo de Granada, y lo decimos en pasado, porque las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, profanaron su tumba, y en este momento no se tiene la certeza absoluta del lugar donde reposan sus restos.
Y, para finalizar, como dirían los añorados Tip y Coll, el próximo día hablaremos de las cuentas del Gran Capitán, no sin antes proclamar que un descendiente suyo regenta una prestigiosa clínica odontológica en Fuentidueña de Tajo, Madrid

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