Eva Huertes
A veces en las escuelas, nos empeñamos en buscar propuestas sobre cómo educar en el respeto y la tolerancia y los propios maestros no nos miramos a nosotros mismos en el espejo. Somos los referentes principales para los niños y niñas. Porque los alumnos NOS APRENDEN. Nos miran y saben cómo somos y nos imitan. Y no vale fingir. Ellos lo saben.
El verdadero maestro posee y reparte una “mirada” para todos y todas llena de gratitud, de ganas de aprender, de tú también vales, de tú también cuentas… A este MAESTRO no le resulta complicado pensar como llevar a cabo una asamblea donde se hable del respeto a los demás, de elegir los libros adecuados para la biblioteca de aula donde aparezcan libros sobre la igualdad e integración, de respetar los ritmos de cada uno dando «tiempo», de acoger un conflicto y poner las herramientas para solucionarlo, de tratar a todas las familias por igual aunque vengan de otros lugares…
La “mirada” del maestro es en muchos casos la clave.
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